cuando
todo,
desde
las lágrimas,
se
ha configurado del espesor intenso del dolor.
Eterno
cuerpo mío,
talismán
que dulcifica el
camino,
sabedor de retornos.
Compacto
tacto de espacios en blanco,
amalgama
tibia de sensaciones,
donde
se desdobla la sangre,
intervalo
que en prendida suspensión, azuza,
donde
la brevedad de la piel voltea y crucifica.
Instante fugaz, casi una ráfaga de tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
... a veces tan eterno.. Gracias Rafael. Besotes
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