Hoy como ayer,
se me resiste la
ofrenda de estos pasos,
como si fuera un
límite agonizante,
una línea que siempre
está al sur de todas las cosas.
Me amargan las
palabras hueras,
como brotes de silencios
vacuos que aún están por devenir,
las manos me rechinan
como grito estéril,
los ojos se me
olvidan de andaduras,
como se olvida la voz
y la cordura
en tiempos donde se olvida todo lo razonable,
y se me acartona la garganta con mil cuchillas
rasgando la mordedura
del adiós.
Adiós..
como si fueran dioses
(dioses maltrechos e
infecundos) en este espacio tiempo,
y rasgan sus
vestiduras aseverando como idiotas,
cuando sé,
que nadie
es capaz de controlar
lo irremediable.
lo irremediable.
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