INunca tuve alondras en el pecho,ellas huyen como ejército malditopara no rozar mi piel.
Soy dueña del código que nunca cuadra,engranaje que falta o sobra para terminar la partida.IINo tengo ni dios ni patriay en mi boca permanece un carámbano latenteque amedrenta y roba el aire en los latidos.IIIHay sombras en mi morada yen los sueños ha quedado encarceladoun relámpago sin luz,y una lluvia cálida persistey se resiste a abandonarme.IV¿Quién rasgará la sombra de horas mal vestidas?¿Quién cantará la ausencia del latido enmudecido?¿Quién tatuará el color de la palabra sin destino?VEl tiempo sin templanzase desliza inexorablesin saber dónde está el árbolde diabólicas raíces,y el maligno averno vetusto que lo acuna.