Se fue mi compañero de silencios,
mi tierno y fiel peludo se fue.
Deslizándose calladamente
como de puntillas,
se fue para siempre,
descarnándose sin ruido,
poco a poco,
como para no hacer daño.
Se fue hacia donde la sombra no alarga,
donde nada duele,
al paraíso gatuno de los nobles y fieles.
¡Mi bello duende bigotoso,
cuanto sabías de dádivas sin retroceso,
cuando de dolores ajenos se trataba!
Cuánto te debo, amigo de mis silencios doloridos,
cuánto sabias de amor y cuánto te extraño.
Descansa en paz compañero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario