Esa
casa,
de paredes blandas
con olor a mansedumbre.
Esa casa,
de cálidos amaneceres con
perfume de mimosas en el patio.
Esa casa,
de cálidos amaneceres con
perfume de mimosas en el patio.
Esa casa,
de infinitas raíces,
de infinitas raíces,
de engarzadas risas
y sentidos llantos.
Esa casa,
que perforó y modeló entre sus muros
que perforó y modeló entre sus muros
la estirpe de la
abuela,
fruto que floreció a imagen
y semejanza.
Esa casa que latía entre gozos y sombras,
Esa casa que latía entre gozos y sombras,
rezumaba vida.
Esa casa, ese techo bendito,
Esa casa, ese techo bendito,
con bondad infinita acariciaba
el espíritu de quien moraba.
Esa casa de piedra y
alma
otorgó poder a los
silencios.
Esa casa serena,
Esa casa serena,
sucumbió con la
abuela.
Esa casa,
desligó las puntadas
que con tanto esmero ella bordó.
Esa casa noble,
a su partida
quedo desahuciada,
malherida y maltrecha.
Esa casa sobria y tierna dejo de sentir,
malherida y maltrecha.
Esa casa sobria y tierna dejo de sentir,
esa casa en su
ausencia…
se dejó morir.
¡Bendita casa que pervive en el recuerdo...!
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.
Pues si Rafael, el recuerdo es dar vida y añoro los momentos felices aunque queden lejos. Un abrazo
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