y asfaltamos con lirios todas las emociones contenidas.
Suplicamos como obsesos,
mil veces mil,
el aire desde el exilio,
desde el desahucio,
desde el desahucio,
desde tumbas inconclusas,
desde todas las palabras que formaban versos
desde todas las palabras que formaban versos
y caían derrotadas desmembrándose,
desde todas las arterias disecadas,
desde todas las arterias disecadas,
desde todo aquello que brotaba execrable e incierto,
sin darnos cuenta de que sucumbíamos frágiles a un azul indeleble,
sin darnos cuenta de que sucumbíamos frágiles a un azul indeleble,
como si fuera un talismán fascinante e inextinguible.
En pálpito de dudas,
nos lloró la voz con un lenguaje mudo,
se desangro la rabia
rompiéndonos las manos,
y en desaires, se nos asfixió la mirada,
despojándonos del delirio y la rabia
como un hecho inalterable.
Adhesión y renuncia sin germinar
brotaron como ascuas incandescentes,
límpidas y piadosas.
Algo conmovió las entrañas de los dioses,
trasmutó el éter de todas las ideas,
pensamientos,
formas y palabras,
y floreció la voz,
brotando ineludible se multiplicó,
como se multiplican las rosas y las almas,
simplemente. . .
simplemente. . .
AMANDO.
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