Mañana,
cuando el silencio sea en mí,
los ojos serán sombra amordazada
de mis pasos,
las manos,
marchitas de vocablos,
enmudecerán,
tal vez permanezca el eco de mi nombre,
o quizá,
ni el reflejo acústico podrá enlazar mi
ausencia.
II
Reniego de esta noche mendiga de
palabras
que se quedan a la sombra,
agazapadas,
temerosas del murmullo a escarcha
que acontece,
del frío inmenso que quiebra estos
huesos ajados
de tantas muertes que quedaron en la
boca.
III
Un rumor se extiende por la piel,
llama insistente,
memoria de otros cielos,
que delata un rastro de claridad en
otra hoguera.
Agua viva que reclama el regazo del
torrente adormecido.
Quizás ese mañana sea un mañana diferente, porque tú has luchado por él.
ResponderEliminarUn abrazo.
Supongo que quedará algún eco de mi. Gracias Rafael. Un abrazo
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