Irrumpes sin proponerlo como un
ocupa,
dominas hasta lo que he dejado de
pensar,
y descompones cada retazo hecho a
medida,
rompiendo contratos,
hijos de la razón.
Haces que la vida desborde como mar
bravío,
cancelando objeciones,
arremetiendo obstinadamente
como un fantasma
que se adentra poseyendo,
para romper esta fragilidad
hecha de mil jirones.
No quiero morir con fecha de
caducidad,
porque esta obsesión indómita
estallará,
pronunciando su indiscutible
sinrazón,
atropellando inexorable la ultima
espiral en caminos y destierros.
Es una invasión superior a las fuerzas del protagonista que se resiste a ello.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael. Un abrazo
ResponderEliminar