con redoble de tambor
hay que anudar tentaciones
hay que anudar tentaciones
o exiliar la rabia en el fragor.
Tanta reticencia en la mordaza
negociando peros y porqués,
que ahora portamos vendas en los ojos,
con enjambres de babosas
tutelando la razón.
Hay un vacío mutilado en cada herida
y estandartes implorando sanación.
El paracaídas de Altazor yace mudo entre despojos,
-cual renuncia-
que se extiende en improntas disecadas,
como fuego entre algodón.
Una sonrisa estúpida agoniza en las axilas.
Con aromas de metafísica y tabaco reciclados,
-mísera pastilla de jabón destituido-
resume el dolor Pessoa,
entre las fauces del ciclón.
De cebolla,
las nanas de Hernández, hacen ecos y renuncias,
-sabor a sangre derramada-
como lluvia estéril en fronteras miserables.
El verso desgrana moribundo sus estigmas en patíbulos,
donde suenan incansables carcajadas de aluminios y cartón.
Precioso paseo en ese "maremagnun" poético desde Huidobro a Hernández, pasando por Pessoa.
ResponderEliminarUn abrazo y felicidades por tus letras.
Rafael
Gracias Rafael, un abrazo
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