La noche trae torrentes salados al espíritu.
Sedimentos de abismos y glaciares
hacen cuña,
barrenando la gran cruz.
Del fondo del vacío retornan fantasmas,
-que insisten insidiosos-
matando viejos sueños.
La eterna melodía de un “te quiero”pasa errante,
dejando las manos en suspenso
en el último ademán de una caricia.
Los anhelos se quedan en nostalgias herrumbrosas,
y el llanto acuna el alma,
abrazados a la almohada,
amasando sedimentos y añoranzas.
Al alba,
el sueño hace presencia sosegada,
y vence con suavidad de bálsamo la herida,
arropando con sus alas, caricias un ayer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario