8.3.12

DIVAGANDO


Deja que escuche el sonido lento
que brota en la oquedad de tu pecho.

Deja que descifre tu mirada perdida,
tal vez la hondura de tus ojos me guíe
por caminos certeros.

Quizá la inusitada danza de unos versos,
divagando en caprichoso y planeado juego,
deletreen tu nombre.

Mientras decido como hacerlo,
acaso percibas como una caricia cálida,
un  dibujar filigranas en el cuello.

Tal vez,
 sientas una pequeña llama,
-como al azar-
que flamea en el pecho-.

Quizá,
sólo quizá,

 haga pensar que te pienso.

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