Hago clara denuncia de tu ausencia,
que desmontas y descuelgas todas las estrellas
que cada noche,
candorosamente había acomodado,
para mecerlas en el fragor mis delirios.
El destino parece rendirse
y el corazón late más quedo
cuando se desnuda el horizonte de amanecida,
y se desgaja la armonía de serafines y mariposas.
Cómo será tenerte del mismo modo que te pienso,
en esas alboradas habitadas de silencios amarillos,
donde la nostalgia penetra
y cercenan sus cuchillos.
Cómo estrangular esta
fragilidad para que mueras,
o en el fragor de mis fantasías
desmonte tus privilegios y te mate.
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