Hay días en los que se quiebra la cintura
para congraciarnos con la sombra,
días que convocan a concejo
todos los pensamientos despoblados.
Es preciso escuchar el canto del silencio
que acumula orfandad y desabrigo
para poder zanjar reclamos.
Somos jardín y alarido
y hace falta matar
de un solo tajo la nostalgia.
Por eso hay que huir de esos días y buscar los otros en los que la alegría y la sonrisa despuntan con el alba.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si, es verdad, pero también es verdad que hay que enfrentarlos para que tomen otro color y no asusten tanto. Un abrazo Rafael
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