La noche lanza dardos con ojos desorbitados,
y el eco agoniza en las esquinas.
Atrapando las horas entre zarzas,
percibo el rugido del silencio
entre los huesos transidos.
Limpio el rastro de babosas
en paredes transidas,
para quedarme en mí,
pausadamente,
y siento el
libre impulso
que sale del alma,
espontáneo,
sin preguntas,
ni porqués acostumbrados,
como brisa pura sin escamas.
Esa
soy
yo,
la eterna,
también
la
otra,
todas juntas,
ninguna sola,
¡todas!
¡Soy!
¡¡Siento¡¡
Manera sencilla de transmitir una sensación de "estar y ser".
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
Cuando se consiguen esos momentos preciosos, en esta vida de sinvivires, son como un bálsamo para el alma. Un abrazo Rafael
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