Tu sombra me sabe a atardeceres necios,
-como las ganas-
desfloradas como la perdición de un desdoblamiento oblicuo,
olor de crisálida que nunca aflora.
Habrán de pasar malditos años,
para obtener sentencia sin credenciales,
en el que el llanto sepa a nada,
para borrar el lamento
incrustado como una maldición,
y poder atemperar el corazón.
Has de comparecer transfigurado
con tus hilos desmañados,
clamar,
-para conseguir siquiera-
una mirada displicente entre:
hola,
(mejor nada)
y el adiós,
porque jamás ya,
conjugaré lunas,
para confeccionar rituales de vino y rosas.
desfloradas como la perdición de un desdoblamiento oblicuo,
olor de crisálida que nunca aflora.
Habrán de pasar malditos años,
para obtener sentencia sin credenciales,
en el que el llanto sepa a nada,
para borrar el lamento
incrustado como una maldición,
y poder atemperar el corazón.
Has de comparecer transfigurado
con tus hilos desmañados,
clamar,
-para conseguir siquiera-
una mirada displicente entre:
hola,
(mejor nada)
y el adiós,
porque jamás ya,
conjugaré lunas,
para confeccionar rituales de vino y rosas.
Nostalgia y resentimiento en esos versos.
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.
Gracias Rafael. Un abrazo
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