Un día
más un paso al frente,
un día
para la desolación,
que
dilata esta hostilidad que me confunde,
sin
más discernimiento que esto que soy,
una
marioneta desmañada con
huesos
roídos a punta de estilete
cargando
el mundo a las espaldas.
No hay
lucha,
porque
no creo en la vida,
la
muerte puede ser más dulce
que
esta agria visión que estremece mis entrañas.
No,
no
tengo manos para llevar los estandartes
en
esta lucha cuerpo a cuerpo,
tratando
de robar el aire a los espantos.
No
encuentro adversario capaz de sorprenderme.
Estos
campos de batalla
son
mis pensamientos,
que
explotan como bombas personales,
teniendo
que apartarme a cada paso,
para
seguir la huella fiel que lleva a la cordura.