El faro allí solitario,
pareciera dar vida al espíritu,
-halito de desahogos-
donde reposa la mirada
ensimismada
de trajines abismos.
Al mirarlo,
somos dos,
y el desamparo emigra
hacia tierras deshabitadas.
Su luz y el alma,
se custodian cual amantes.
Náufragos en solitario
caminan bajo las estrellas,
y ya la soledad se despuebla.
El faro hace guiños en comunión con el alma,
compañía estática y soberbia,
compañero de soledad,
orfandad y desabrigo.
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