Regálame un pedazo de sonrisa,
que tengo el alma trasnochada entre salinas.
Devuelve la cordura a esta mente
que quiere vivir en la ignorancia del querer.
Adórame en el silencio de tus sueños,
en esas añoranzas que nunca tienen nombre.
Recolecta guirnaldas encendidas en tu pecho
y espérame en la cumbre,
donde la memoria
hace presencia desidiosa.
Llámame cuando tengas el alma adormecida
en silencios de volcanes asolados.
Cuando la aurora no te alcance en las mañanas
y tu mano no toque mas que espinas.
En esos naufragios donde la tormenta
arrasa en mares de sangre y sal.
Estaré esperando silenciosa
en la orilla de tus sueños,
esa mirada
perdida y su lamento,
con los brazos en arrullo y el corazón abierto.
Pero regálame una sonrisa,
regálame una sonrisa
aunque sea de desecho.
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