Hoy he vuelto a decrecer,
he dormitado en la orilla del silencio.
Quise sentir de nuevo el candor entre mis manos,
destornillando
años a golpe de tambor,
y noté morir las alondras en mi pecho,
la rabia en mis talones,
y una daga clavaba
entre mis cejas.
He visto de nuevo
asesinar la inocencia a cuchilladas,
y sembrar desamparos un ayer,
hace
mil años.
Lloré,
lloré
por esa niña lapidada
sin reservas,
por acotar su sueño adolescente de un zarpazo
y sentí la agonía de mil muertes en la boca.
Hoy quise volver a decrecer
y he sentido deshacerse la costra en el costado,
desprenderse la daga de los ojos,
y enterrado la ira