dibujan siluetas fantasmales,
haciendo
filigranas para no morir entre los dedos.
El rumor a escarcha
hace
blindar los sentidos
en este culto de adorar que
yo profeso.
Un resabiado ademán se perfila en los ojos,
acribillados por punzones de miedo.
Tintinean las lágrimas en el arcón del desasosiego,
doblegando las ansias de seguir sintiendo.
Este frío intenso que recorre mis huesos,
pugna por despedazarme
con sus colmillos de templado acero.
¡Quiero
silencio Dios mío¡
¡dame
silencio!
¡silencio!
Isabel Sanchez Vizcaino
Isabel Sanchez Vizcaino
Hermosa petición, que todos, alguna vez, hemos formulado.
ResponderEliminarUn abrazo.