27.5.15

ÉRASE QUE SE ERA

Aquella casa que nunca tuvo paredes templadas, 
disipó en urgencia de parpados
el ruido de lo dulce y transparente.

La capacidad del no latido,
del no tacto, del no ternura
era su piel y sus escamas,
su coraza y su derrumbe.

Estremece su historia en secuencias inertes,
el color malgastado tiñendo la sombra,
sus sueños,  resbalando  rasgados,
presos tantas veces
en esas zaheridas paredes.
El brillo ausente fustigaba,
derrotando su más frágil centro.

Jamás pudo un palpito traspasar más allá de su mirada. 
El tiempo impenitente,
cubrió de hiel sus temores,
 desgarró sus cimientos
y en ese  tic-tac  de no azules,
perdió corazón y cordura.

3 comentarios:

  1. Ese tiempo es el que marca nuestros corazones.
    Un abrazo.

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  2. El tiempo siempre sobrevive. Gracias Rafael. Bss

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  3. Desconocía esta fuerza poética tuya, para mí una suerte haberla descubierto. Te pido permiso para versionar algunas con voz. Besos. José

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