Aquella luz
evanescente,
no recuerdo si
fue reflejo o ascua,
rozó con sutileza
cada poro de mí,
me sedujo,
y en un parpadeo fui gaviota y ascua,
y en un parpadeo fui gaviota y ascua,
sublimando lo más
puro,
quedando
suspendido el instante
a fuego
vivo.
Intensos versos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael. Bss
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