No me busques en la mudez callada
cuando las campanas repiquen
desconsuelo,
si antes no has sembrado tiempos gloria
en mi regazo.
ll
Hay miradas que florecen tras la
lluvia,
y como charcos perezosos
después de las tormentas
se deshielan.
lll
Se desperezan las sombras
pidiendo tregua,
queda un enjambre de parásitos
acosando cada rastro babosa,
desde adentro.
IV
Sus manos,
lejos de mis manos,
quiméricas reservas.
Las miradas,
a miríadas de sus ojos,
infinitos de imposibles quebradas.
Caricias rebosantes,
parpados gastados de ilusorios
reflejos.